LA MAGIA SEXUAL
AFRODISÍACOS
La existencia de afrodisíacos queda patente desde comienzos
de la historia escrita.
La similitud de algunos alimentos con los órganos sexuales
del hombre y, de la mujer, son obviamente entendidos como afrodisíacos
naturales. Ejemplo de ello sería el higo, por su parecido con la vulva de la
mujer o la banana con el pene del hombre.
Se cree que comer este tipo de alimentos, puede evocar a los espíritus sexuales.
Conocida como “Doctrina de las Sintonías” en la medicina,
esta similitud (en este caso, de alimentos con órganos enfermos), creía que su
ingesta provocaba la sanación de la enfermedad que afectaba al órgano en cuestión.
Si partimos de estas bases, la raíz de Mandrágora, desde la
antigüedad, se ha considerado como potente y eficaz afrodisíaco, debido a su
asombrosa apariencia humana.
Tanto es así, que no solo se utilizaba en forma de alimento,
sino que era utilizada para crear amuletos.
Conseguir una raíz de Mandrágora era ardua tarea, ya que al
desenterrarla, emitía tan horrible ruido, semejante a un desgarrador grito de
agonía, de tal potencia, que podía causar la muerte.
Hallaron la opción de adiestrar canes para tal efecto, el
perro perdía la vida en su hazaña, pero la persona conseguía su Mandrágora.
Luego dependiendo de sus cualidades artísticas, le daba aspecto
de hombre o de mujer según fuese el caso, para terminar después realizando el
siguiente ritual:
Mano izquierda alzada con la raíz de mandrágora sujeta, mano
derecha dibujando el pentagrama en el aire y señalando el amuleto se procede al
bautismo con el nombre de la persona amada diciendo estas palabras:
“Te bautizo con el nombre de…..”
Después se la enterraba en el jardín, regándola con una mezcla
compuesta por agua, leche y sangre del oficiante, recitando este conjuro:
“Sangre y leche sobre ti derramo
Haciéndote así mi eterno esclavo”.
La mandrágora se, dejaba bajo tierra hasta la luna nueva, y
se desenterraba entonces diciendo:
“Pálida luna que en lo alto brillas
Concede esta noche tu bendición
Recibe este ritual y mi oración
Y dame de….el corazón”.
Por último, se dejaba secar por completo la raíz, rociándola
periódicamente con inciensos y dirigiéndole conjuros nuevos
Tras todo esto, la victima sucumbía sin remedio, siempre y
cuando no se hubiese mudado de vecindario.