¿Quién puede practicar la Cartomancia?
Nada se hace de repente. Todo exige un ejercicio gradual hasta llegar al
dominio pleno de un arte, una técnica, un oficio o una artesanía. Si las
profesiones en general se concretasen de la noche a la mañana, el individuo no
sería un especialista sino un pobre improvisado. La cartomancia en general
impone también un género especialísimo de iniciación. Si nos hallamos ante
alguien incapaz de concentrar su pensamiento, renuente ante la perspectiva de
un esfuerzo constante, carente de facultad memorizadora, es casi seguro que no
nos equivocaríamos al afirmar que será muy mal cartómago. La concentración
mental es la base imprescindible en todas las disciplinas relacionadas con el esoterismo.
También es condición sine qua non estar dotado de buena memoria, pues cada
carta tiene un significado exacto. Su memorización es imprescindible y su
interrelación no sólo deberá lograrse por inferencia sino también por analogía,
lógica y deducción. A esto debemos añadir la intuición como factor esencial, ya
que esta facultad es la que salva múltiples dificultades y ayuda a responder
con precisión en los casos más desconcertantes. Pero !recuerde! intuición no es
fantasía. Torpe papel representaría quien, porque le falla la memoria o no
puede concentrarse debidamente, fuera capaz solamente de dar respuestas banales
o fantasiosas a un consultante preocupado por problemas materiales o
espirituales.
No olvide que su concentración permitirá que se pongan en juego una serie de
recursos naturales hasta ahora insospechados. Si sabe graduar su concentración,
los resultados obtenidos serán maravillosos.
El Ambiente Adecuado
El ambiente donde desarrollará su actividad deberá adecuarse a las
circunstancias. Una suave penumbra permitirá dar curso a una apropiada
concentración. Quemar incienso impregnará el lugar de un clima místico y
propicio para la adivinación. Si se desea, puede introducirse cierta música
suave, conducente a un estado de quietud espiritual y mental.
Sólo corresponden a las ferias de diversiones los recintos ornamentados con
lúgubres cortinas y los cartómagos revestidos de atuendos aparatosos e
impresionantes.
Para ejercer la verdadera cartomancia es preciso hallarse vestido de una manera
convencional, sin prendas llamativas, sin colores demasiado vivos. La
conversación con el consultante, será siempre amable, exenta de expresiones
difíciles. A media voz es el mejor modo de entenderse entre ambos.
No está fuera de lugar efectuar, antes de iniciar la sesión, ciertas preguntas
al consultante. Estas pueden girar, adecuadamente, respecto de la edad, estado
civil, ocupación y lugar de residencia. Esto responde a una razón fundamental:
la cartomancia no implica una adivinación cabal de vida, obra y milagros de una
persona cualquiera sino la exposición de sus perspectivas vitales, de sus
posibilidades, de sus ocasiones de triunfo y, ¿por qué no?, también de sus
fracasos.
El cartómago será en todo momento discreto. Sus palabras deberán ser más bien
estimulantes que deprimentes. En muchos casos, la carta o las cartas indicarán
pormenores nefastos o, si se prefiere, negativos. No es preciso, en ningún
instante, "cargar las tintas" sobre perspectivas ominosas. En tal
caso nos limitaremos a ofrecer al consultante un conjunto de decisiones o
actitudes para que se oriente y eluda o disminuya los malos efectos que pesan o
pesarán sobre él en un determinado tiempo de su existencia.