Normalmente, al aura se la denomina como una Fuerza vital que sostiene la vida, un campo de energía que rodea a todos los seres vivos.
Las energías que fluyen a través de nuestros auras reflejan nuestra personalidad, estilo de vida, pensamientos y emociones. Revelan de forma vívida nuestro bienestar mental, físico y espiritual.
Con pruebas infrarrojas se determinó que es un campo de iones electrostáticos o eléctricos. El cual posee niveles bajos de radiación electromagnética (ondas de radio) y de baja frecuencia, por lo que emite un espectro luminoso con rayos de colores y algunas figuras geométricas. Una malea de energía magnética entretejida.
El denominado Doble Etérico, es una fina capa de energía que se encuentra alrededor del cuerpo. Este se expande durante el sueño o en estado de éxtasis. Es el intermediario entre el espíritu y el cuerpo físico.
Los antiguos pueblos de la China, los Mayas, los Hindúes y los Egipcios tenían conocimiento de la existencia de siete centros de energía del cuerpo humano, estos son los denominados Chakras.
1. Cuerpo Causal, chakra coronario (color violeta).
2. Cuerpo Astral, chakra frontal (color violeta).
3. Cuerpo Etérico, chakra laringeo (color azul).
4. Cuerpo Cordial, chakra cardíaco (color verde).
5. Cuerpo Mental, chakra del plexo solar (color amarillo).
6. Cuerpo Emocional, chakra esplenico (color naranja).
7. Cuerpo Físico, chakra raíz (color rojo).
También, existe otro aspecto constructivo de la personalidad astral, los centros intelectivos cuya activación habrá de considerarse con especial cuidado. Los centros intelectivos, como queda implícito por la expresión, se refieren específicamente a la inteligencia. Todo estará condicionado, en nuestros actos, a la aptitud con que obramos en determinados momentos de creación. Sin embargo, la fortificación de los centros intelectivos jamás podrá pasarse por alto pues ellos intensificarán a su vez las posibilidades de los centros magnéticos. Su interconexión está fuera de toda duda "entre los que saben". No desprecie ese conocimiento. Atesórelo porque le será de singular ayuda en todos los instantes de su existencia.
Dijimos que los centros intelectivos son diez en total. Responden a la siguiente denominación específica, a saber: Corona, Sabiduría, Inteligencia, Magnificencia, Fortaleza, Ornamento, Victoria, Gloria, Fundamento y Reino.
La Corona se ubica sobre la parte superior de la cabeza, o sea la coronilla, el hueco de Brahma. Ejerce una peculiar influencia sobre la volición del individuo a fin de que sujete toda su actividad a los arbitrios del deseo.
La sabiduría se ubica en la frente. Se refiere a ese rico caudal intangible que todos poseemos en mayor o menor medida. Me refiero a la imaginación que, para su avance positivo, necesitará siempre la debida fiscalización discriminativa de la Razón.
La Inteligencia se ubica en la glotis. Aquí hallan cabida las concatenaciones ideativas. El individuo siente un proceso reproductivo interno que busca desentrañar misterios y echar luz sobre lo desconocido.
La Magnificencia se ubica en los bíceps de ambos brazos. Aquí el hombre encuentra la posibilidad más excelsa; la de divinizar sus actos, elevar sus esfuerzos hacia un plano que, por premio o por castigo, atrae todas sus vivencias más puras.
La Fortaleza se ubica en el extremo inferior del esternón. Por esto hay cierto freno hacia el dominio de las pasiones. El individuo ejerce presión sobre lo indómito de su naturaleza y consigue convertir potencias negativas en elementos de singular poder benéfico, positivo, desde todo punto de vista. Naturalmente, en esta Fortaleza habrá de descubrirse el poder regenerador de la humanidad.
El Ornamento se ubica a la altura del ombligo. Parecería aquí que la diferenciación certera entre el bien y el mal no fuera una cuestión de moral ni ética, sino de estética. Porque el sentido de la belleza es el filtro más perfecto para determinar que el mal es la fealdad y el bien la hermosura sin límites. Claro que ambos términos son completamente relativos.
La Victoria se ubica en las glándulas genitales. Hay aquí un activo fermento que, en sí mismo, es pura espiritualidad sublimada. Por ella, el hombre y la mujer alcanzan los raudos espirales de la iluminación, de la mística, del arrobamiento celestial, del conocimiento de Dios por renunciamiento y pureza.
La Gloria se ubica en los muslos de ambas piernas. Allí se halla realmente el plinto o basamento del edificio humano. Allí encuentran su sostén las normas rectoras, la ley, el orden, la dignidad, el respeto al semejante y, al mismo tiempo, el sentido supremo del agradecimiento humano.
El Fundamento se ubica en las rodillas de ambas piernas. En esto todo lo humano sufre una variante esplendorosa porque, en sí mismo, cuando se concreta en obras, se diviniza automáticamente. El ser humano es entonces un dios, un plasmador, un creador auténtico.
El Reino se ubica en el empeine de ambos pies. Aquí descubrimos que la vida es una serie de pasos de gradual progreso. Nada se logra de repente. Lo antecedente será fundamento de lo presente y clave de lo futuro. Así, la cadena de la felicidad tendrá su más íntegra trabazón, caracterizada por renovación constante y dinámica de ideales y logros.
Tras esta breve exposición, quiero aclarar que existen decenas de disciplinas que aportan a su vez infinidades de métodos y técnicas respiratorias para observar dichos campos magnéticos recientemente descubiertos por la ciencia, pero que los sabios de las más grandes civilizaciones tenían conocimiento hace miles de años.